Mala fama
Ramón Zurita Sahagún miércoles 5, Ago 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La fama (buena o mala) trasciende rápidamente, aunque no desaparece con la misma rapidez.
Eso sí, se dispersa por todos los terrenos en forma veloz y más aceleradamente en los actuales tiempos en que las redes sociales se encargan de propagarla.
Hay personajes que se encargan de corroborarla y los menos son los que borran esa asociación que se les hace, principalmente, con la mala fama.
El caso de Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz, es simplemente patético, ya que el político se encarga de confirmar todo lo que de él se dice. Caprichoso, rencoroso, voluntarioso, autoritario, mala paga, mal gobernante y ausente de las formas de gobierno, son algunos de los señalamientos que mantiene vigentes.
Su estado es un desastre. La obra es escasa, la inseguridad y la violencia se manifiestan en forma constante. El pago a proveedores es nulo y el endeudamiento mayúsculo.
Duarte de Ochoa es reconocido por la protección manifiesta a sus amigos, aquellos que se formaron al amparo del mismo que les dio cobijo en una oficina de la LVII legislatura de la Cámara de Diputados.
Fidel Herrera Beltrán, entonces diputado federal del PRI, protegió a ese grupo de jóvenes a los que les vio futuro y en el que se encontraban el propio Javier Duarte de Ochoa, Jorge Carvallo, Eric Lagos y Alberto Silva, entre otros. Con ellos, Fidel llegó al Senado de la República y posteriormente al gobierno de Veracruz.
A ninguno de ellos los proyectó a su gabinete desde un inicio, ya que los fue llevando de manera paulatina.
Desde un principio delineó que su estrella del grupo sería Duarte de Ochoa, subsecretario de Finanzas y después secretario del ramo y diputado federal, para ponerlo en línea hacia la candidatura al gobierno estatal.
Carvallo fue dirigente estatal del PRI y coordinador de la mayoría priísta en la Cámara de Diputados, para después convertirse en secretario particular de su amigo Duarte de Ochoa y secretario estatal de Desarrollo Social y ahora diputado federal.
Alberto Silva se encargó de hacer los discursos de Fidel Herrera durante el inicio de su gobierno, para después ser designado subsecretario de Desarrollo Social y ya con Duarte de Ochoa como gobernador, alcalde de Tuxpan, secretario de Desarrollo Social, Coordinador de Comunicación Social y diputado federal electo. El llamado “Cisne” era considerado como el más pensante del grupo.
Eric Lagos se sitúa como el más politizado de todos, por su trayectoria de diputado local y coordinador de los diputados en el Congreso local, presidente estatal del PRI, subsecretario y secretario de Gobierno y hoy es diputado federal electo.
A este compacto grupo se le anexa Salvador Manzur, quien fue diputado federal a la par de Javier Duarte, con el que colaboró en Finanzas y situado como titular de la misma oficina. Fue alcalde de Boca del Río, plaza que recuperó para el PRI, tanto en el municipio como en el Distrito Federal y era considerado como el aspirante natural a suceder a Javier Duarte.
Otro Manzur, Moi, es del mismo círculo cercano del gobernador de Veracruz, aunque este dedicado a vigilar y repartir los negocios del gobierno estatal desde la comodidad del Distrito Federal. Cada uno de estos personajes han sido clave en el hundimiento de las finanzas estatales y en el fracaso del gobierno que encabeza Javier Duarte de Ochoa.
Cada uno de ellos aportó su grano o montaña de arena, según sea el caso para el estrepitoso fracaso de la administración que encabeza su amigo Javier Duarte de Ochoa y el repudio que puede sentir el candidato propuesto por el PRI en la próxima elección.
Es cierto que quien toma las decisiones es el gobernador y no sus colaboradores y que todo lo desastroso de su gobierno es responsabilidad solamente de él y no de ellos.
También lo es que la violencia y la inseguridad son males endémicos de México, pero la manifestación que de ella se hace en Veracruz, sí es responsabilidad del gobernante que no actúa en consecuencia.
El estado de Veracruz es un ejemplo de cómo una mala administración gubernamental puede retrasar las oportunidades de crecimiento.
En dicha entidad se conjuntan el principal puerto del país, amplias zonas petroleras, refinerías, hatos ganaderos, ingenios azucareros, producción agrícola, ríos y mar, además de bellezas naturales y recuerdos de nuestro pasado, que atraen grandes cantidades de turistas.
Y aunque no todo es achacable al actual gobierno, si lo es en parte el gran fracaso de la administración presente y el crecimiento de la violencia y la inseguridad que frenan el desarrollo y sitúan al estado dentro de los más peligrosos de las 31 entidades y el Distrito Federal.
Javier Duarte de Ochoa es responsable de lo que sucede en la entidad que gobierna, por lo que su mala fama traspone fronteras. Tanto así que el asesinato del periodista veracruzano Rubén Espinoza, ocurrido en la ciudad de México, sin pruebas de por medio, le fue achacado de inmediato.
Es cierto que el periodista venía huyendo del estado que gobierna Javier Duarte de Ochoa, donde ya había sido agredido y temía ser víctima de una paliza (según dicen los directores de las empresas en que laboraba) por lo que decidió asentarse en la capital del país.
Pero fue cuestión que se supiera de su asesinato y el de otras cuatro personas, para que todos los índices apuntaran hacia el gobernante, cuya mala fama traspone todo tipo de especulaciones y es que en el estado que dice gobernar, han ocurrido diversos asesinatos de periodistas.
Bien haría el gobernador Duarte de Ochoa en evitar respuestas al botepronto y sin sentido y esclarecer los crímenes de todo tipo que han sucedido en la entidad que mal gobierna, aunque la mala fama perdure.