“Juanitos”
Ramón Zurita Sahagún jueves 22, Ene 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El regreso de Gustavo E. Madero Muñoz a la presidencia del Partido Acción Nacional mostró que la moda de los “Juanitos” continúa vigente como una práctica política común, por más intentos que se realizan para erradicar esa vieja costumbre de la clase política mexicana.
Los panistas no son más ni menos que los otros partidos que usan la misma estrategia para beneficio de sus principales cuadros, aplicándolo en sitios adecuados.
Madero Muñoz maniobró en el partido blanquiazul a placer, sembrando en los cargos idóneos a sus incondicionales, los que simplemente responden a los intereses de quien los llevó a ocupar los cargos que detentan o han detentado en los tiempos recientes.
Así lo hizo con quien se considera su pupilo y principal aprendiz, Ricardo Anaya Cortés, el joven potosino que tanto impresionó en su paso por la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, la que dejó a medio ejercicio para competir como compañero de fórmula en la reelección de Madero Muñoz en la dirigencia nacional del partido.
Sabedor de que no tenía los ases necesarios para competir como candidato a gobernador de su tierra adoptiva, Ricardo Anaya, prefirió jugar a la segura con Madero Muñoz, quedó en la secretaría general del partido, asumió el interinato de la presidencia panista y hoy se convierte en el flamante coordinador de su bancada en la Cámara de Diputados, regresando con fuero para siete meses más.
La carambola de tres bandas de Gustavo Madero ocasionó el tercer relevo en la coordinación de la bancada panista en San Lázaro, donde José Isabel Trejo había asumido el liderazgo, como una medida de control de daños, ante los excesos fiesteros del anterior coordinador Luis Alberto Villarreal.
Trejo es un panista tradicional y disciplinado de Zacatecas, cuya conducta le ha permitido disfrutar de varias posiciones y pertenecer al Congreso de la Unión, en forma ininterrumpida desde 2003 en que fue por vez primera diputado federal, en 2006 y hasta 2012 fue senador y regresó nuevamente a San Lázaro en 2012.
Esa tripleta de personajes realizó una triple ejecución del salto mortal, sin red, como principales figuras circenses, bajo la conducción de Madero Muñoz.
Con estos movimientos, el nuevamente dirigente nacional del PAN, afianza su futuro y se prepara para mayores retos, como lo son el conducir, primero, a su partido hacia un mejor posicionamiento en los resultados electorales del 7 de junio y, después, convertirse en pastor de una bancada más nutrida en la Cámara de Diputados.
Esta jugada de tres bandas ejecutada por Madero Muñoz deja abierta la posibilidad de que deje nuevamente la presidencia del partido a partir de septiembre (o un poco antes) próximo en que asuma como coordinador de su bancada y abra el espacio para que José Isabel Trejo se convierta en presidente interino del partido hasta el momento en que Ricardo Anaya pueda ser electo como presidente del partido.
Para quienes cuestionan la capacidad política de Madero Muñoz, el deja en claro su estrategia, la misma que podría desembocar en 2018 en una eventual candidatura a la Presidencia de la República.
Lo curioso de esto es que Gustavo Madero actúa con las cartas abiertas y con las piezas esenciales para cada uno de sus movimientos.
Eso sí, para el desarrollo de sus planes requiere de sus propios “Juanitos” como se ha hecho en la política mexicana desde tiempos ancestrales.
El uso de estos personajes no es privativo de un partido político, aunque son los priístas los que más han recurrido a ello, especialmente en la necesidad de contar con políticos menores que acepten cumplir con ese papel, aunque algunos de ellos dieron resultados contraproducentes.
Uno de esos ejemplos es el de Dante Delgado Rannauro, quien asumió el papel de “Juanito” de Fernando Gutiérrez Barrios, al dejarlo a cargo del gobierno de Veracruz, mientras el segundo actuaba como un, supuestamente, fuerte secretario de Gobernación.
Dante se fortaleció en el gobierno veracruzano, tanto que continuó al frente del mismo después del relevo de su mentor de la Secretaría de Gobernación, para después incorporarse a tareas partidistas del PRI en campaña, ser designado como embajador en Italia, formar parte del siguiente gobierno federal y hasta formar su propio partido político, hasta hoy existente, aunque antes purgó cárcel por un par de años. Rafael Acosta Ángeles es quien dotó de ese nombre a los personajes de paja, que son usados como protección de los espacios destinados para otros.
El auténtico “Juanito” fue postulado por el Partido del Trabajo como su candidato a la delegación Iztapalapa y nadie apostaba ni cinco centavos por su eventual triunfo.
Para ello se instrumentaron una serie de factores, mediante los que se pretendía arrebatar el espacio a la dupla formada por los hermanos Arce-Círigo, que habían llevado a la esposa de uno de ellos como la candidata del PRD.
El compromiso para hacer ganar a Acosta Ángeles fue qué cedería el espacio para Clara Brugada, quien había sido relegada de la nominación por el PRD.
“Juanito” fue obligado a ceder el espacio, como antes lo habían hecho cíclicamente una serie de diputados y senadores que llegaron solamente a calentar los espacios de todos los partidos en el Senado de la República, pero especialmente en la Cámara de Diputados.
En la actualidad se ha intentado corregir esa práctica, pero continúa operando, claro mientras existan “Juanitos” que estén dispuestos a prestarse al juego, a cambio de unos minutos de gloria y fama bien recompensada.