En la hoguera
¬ Juan Manuel Magaña viernes 24, Oct 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Ángel Heladio Aguirre Rivero ya arde en la hoguera. Era cuestión de horas. ¿Quién sigue?
El camino, aunque sinuoso, estaba trazado. Miles de ciudadanos salieron a las calles en México para exigir la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos desde hace ya casi un mes y las investigaciones apuntan como responsable a un ex alcalde y su esposa.
Nada nuevo hay en torno al caso, mientras en el país crece la indignación y en Guerrero ésta se convierte ya casi en rebelión.
“Mis hijos son todo y no los puedo encontrar”, decía al micrófono un desolado padre de familia que se manifestaba en el Zócalo capitalino, mientras la multitud le devolvía un sonoro “No estás solo”.
Decenas de miles de personas, sobre todo jóvenes, marcharon el pasado miércoles en varios estados del país para exigir la presentación con vida de los estudiantes de Ayotzinapa. Como parte del Día de Acción Global por Ayotzinapa, se registraron paros de labores en múltiples universidades y casas de estudio del país, que van para 48 horas.
En la ciudad de México, las autoridades calcularon en 50 mil -lo que siempre quiere decir que fueron muchos más- el número de asistentes que salieron con antorchas, velas o cualquier instrumento que proporcionara “Una luz por Ayotzinapa” en ese deambular pacífico.
El contingente estuvo encabezado por los padres de normalistas desaparecidos y concluyó con un mitin en el Zócalo, en el que lanzaron un ultimátum al gobierno: “Yo le doy dos días nada más. Si en dos días no aparecen nuestros familiares, vamos a tomar otras medidas”, advirtió otro angustiado padre de familia.
Horas antes el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, había informado que los estudiantes fueron detenidos por órdenes del ex alcalde prófugo de Iguala, José Luis Abarca, pero entregados a miembros de la banda criminal de los Guerreros Unidos, de la cual su esposa María de los Ángeles Pineda Villa era una de las “principales operadoras”.
Por primera vez, el procurador estableció el móvil. Los muchachos fueron detenidos, levantados y desaparecidos -y quizá ya asesinados- “con la intención de disuadir a un grupo de personas de hacer presencia en el evento de celebración que el alcalde y su esposa estaban realizando esa noche con motivo del informe de la segunda”.
En Iguala, personas encapuchadas que participaban en la marcha local destrozaron el palacio municipal y lo incendiaron. También el miércoles se dieron otros hechos significativos.
También en Iguala, encapuchados saquearon comercios ubicados en Plaza Tamarindos, la cual presumiblemente pertenece al ex alcalde José Luis Abarca, prófugo por la desaparición de normalistas. La disidencia magisterial se deslindó de los hechos.
En el DF, estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM tomaron de manera simbólica el Comité Ejecutivo Nacional del PRD, como parte de las protestas del caso Ayotzinapa. Los manifestantes exigieron la salida del gobernador Ángel Aguirre. En Guerrero la hoguera ya ardía con los aparejos del palacio de gobierno, la sede estatal del PRD y ayer habían tomado la alcaldía de Acapulco.
Casi 5 mil académicos de todo el mundo firmaron una carta abierta en la que exigen: la aparición con vida de los 43 normalistas; que el alcalde de Iguala con licencia, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, sean inmediatamente detenidos, y la renuncia del procurador Jesús Murillo, si fue omiso en el caso, y la de Ángel Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero.
Lo cierto, es que el móvil suena increíble, absolutamente desproporcionado. La explicación general tiene muchos huecos. De los desaparecidos no hay nada. La indignación sube aun más. La rebelión se cierne. Y el tic tac avanza dramáticamente. Aguirre fue el primer empinado por la gente, por el poder y hasta por los suyos que todavía creen que podrán mantenerse en el poder de Guerrero con el senador Armando Ríos Piter. Pero esto todavía no acaba. ¿Quién sigue?