El tiempo sabio de Renato Leduc
¬ Humberto Matalí Hernández viernes 9, Sep 2011Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
El tiempo sabio de Renato Leduc
Infeliz Benito Juárez / verte quisiera a estas horas /
nos jinetean entre altares / los gringos y las señoras…
Renato Leduc. / Corrido de la Revolución Mexicana
Por fortuna, al evadirse y burlarse del destino, hay hombres con la capacidad de inventar, vivir y recrear su propia leyenda, para después superarla y escribirla. Renato Leduc López, nació en Tlalpan, D.F. en l897. Falleció 99 años después, en 1986, fue uno de los afortunados de dioses, al concederle el don de inventarse a sí mismo.
Periodista y taurófilo, poeta destructor de caretas de académicos y políticos. Telegrafista revolucionario y villista, luchador y partidario de todas las demandas sociales ante la injusticia, viajero empedernido que vivió en París con sus amigos André Bretón y Benjamín Peret, hasta la entrada de las tropas de Hitler a París. Después en Amsterdam sufrió los bombardeos alemanes. Estuvo en Moscú, para en el Transiberiano llegar a Pekín (ojo no a “Beijing”), vio corridas de toros en Madrid. En México tomó un café con Álvaro Obregón y recibió órdenes militares de Plutarco Elías Calles, y una noche el alcohólico dictador Victoriano Huerta, tomó tequila a su lado, en la barra de una cantina.
Las anécdotas inventadas y reales, sobre Renato Leduc son innumerables, tantas que como escribió el reportero y excelso cronista, José “Pepe” Alvarado: “No se ha logrado saber, a ciencia exacta, si Renato figura en la imaginación de inédito autor de novelas por cuyas páginas transitan corsarios, el “Corsario Beige” por ejemplo, o si cae en el mundo producido por versificador maldito, aún desconocido. Y quizá fuera mejor no investigarlo”.
Pero al lado de la leyenda del Leduc reportero, hay un escritor y un poeta de una imaginación retadora y audaz, con versos de imaginación poética de la cotidianidad, la picardía y la Revolución “que se nos hizo gobierno”. Tanto que la visión del reportero, desaparecido y que ya es polvo de su patria, anunció los tiempos terribles de la derechización gubernamental y los monumentos a la estulticia de los hombres y mujeres, en neolenguaje derechista, que ocupan el poder:
“¡Quién te lo había de decir / gritona Revolución / que hincada habías de asistir / hasta la Coronación…!. — Viendo tantos sacristanes / los fieros constituyentes / en sus tumbas como canes / pelando estarán los dientes.” Sigue el verso que sirve de prólogo a esta entrega que recuerda al hombre, que anciano, con una seguridad ofensiva a los jóvenes, a pesar de la casi nula visión, acudía a la Plaza México a soltar olés, a los toreros que lo emocionaban, puro en mano diestra y bota de vino en la siniestra. La cabellera alba por las aventuras de la condición humana, era un adorno más en los tendidos de la plaza.
Y en esos del jineteo gringo y femenino, pues hay más de una muestra en los últimos años, sobre todo cuando hay desplantes -nada taurinos- de hipocresías panistas de ayuda social, teletones, juguetones y demás dádivas oficiales y privadas, en una limosna institucional.
Al lado de las siluetas, los ojos y los amores de las mujeres, Renato Leduc tuvo como amante a la ciudad de México de la que escribió en la “Oda a la ciudad”: CIUDAD en la que he vivido / y que fundaron antes / de que naciera yo / los antiguos comanches. / — Eludo hablar de tu pasado / porque es un pasado bochornoso / y yo -perfecto amante- / lo he olvidado.
Se autocalificaba como un poeta involuntario, que aceptaba haber leído en su vida a sólo tres poetas: Luis Carlos López, Efrén Rebolledo y Ramón López Velarde. Difícil de creer en un hombre culto. Desde luego esa afirmación se refiere a las influencias en su poesía.
Poco difundida la obra poética, al igual que la novelística -en las dos resalta el humorismo y el la inmensa alegría-, sobre todo en estos tiempos de absurda derechización oficial y gubernamental, sin embargo, el poema “Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho los santos lo lloran” es popular, gracias Rubén Fuentes que le puso música y la hizo canción, con el breve titulo de “El tiempo”. No falta mucho para que alguno de los cantantes plásticos televisivos la mal rescate para peor cantarla o lo que dicen hacer.
La anécdota sobre ese breve poema, según el propio autor lo platicó delante del que escribe este “Puente de plata”, es resultado de un apuesta cuando era estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria o en la de Jurisprudencia. Utilizar la misma palabra como sustantivo, calificativo y acción para construir un verso. ¡Y quedo así!:
SABIA virtud de conocer el tiempo; / a tiempo amar y desatarse a tiempo; / como dice el refrán: dar tiempo al tiempo… / que de amor y dolor alivia el tiempo.
Aquel amor a quien amé a destiempo / martirizóme tanto y tanto tiempo / que no sentí jamás correr el tiempo, / tan acremente como en ese tiempo.
Amar queriendo como en otro tiempo / —ignoraba yo aún que el tiempo es oro— / cuánto tiempo perdí —ay — cuánto tiempo.
Y hoy que de amores ya no tengo tiempo, / amor de aquellos tiempos, cómo añoro / la dicha inicua de perder el tiempo…
Esa es la versión original. El irrespetuoso e incompleto Diccionario Larousse registra las acepciones para el adjetivo: “INICUO, A adj. (lat. iniquus, injusto). Contrario a la equidad, injusto: acción inicua. 2. Malvado, perverso.” A ese ladrillo alfabético le falta en la sección biográfica, la ficha de Renato Leduc, por lo tanto esta incompleto y no respeta a tan gran poeta mexicano.
Aclarado el lujo de la “dicha inicua”, como un vistoso quite de lucimiento del poeta y periodista, queda para el futuro recordar las novelas del maestro Leduc o de don Renato, como le llamaban en el añejo edificio del “Club de Periodistas”. Y en los tendidos de la Plaza México, al calor de la fiesta taurina, las cervezas y la bota sazonados con un puro.
Como reconocimiento a Renato Leduc existe en la esquina de Valentín Gómez Farias esquina Insurgentes Centro, muy cercanas del monumento a la Revolución, un busto en su honor y una diminuta plaza con plantas y bancas que lleva su nombre.
MUY BUENA NOTA