Los aspirantes panistas
¬ Augusto Corro viernes 14, Mar 2014Punto por punto
Augusto Corro
Los candidatos a la dirigencia nacional panista ya están listos para la batalla campal, que culminará el 18 de mayo, fecha de las elecciones.
Las apuestas favorecen al actual dirigente, Gustavo Madero, quien buscará la reelección. Lleva como adversario al senador con licencia, Ernesto Cordero.
En ninguno de los grupos hubo novedades. Únicamente se confirmaron las posiciones de ambos contendientes en un ambiente de profundo divisionismo.
Por un lado, Madero, el blanquiazul que pudo sacudirse a Calderón, ha recibido el apoyo de foxistas y de “El Yunque”, esa agrupación misteriosa de la extrema derecha.
El ex secretario de Gobernación, Santiago Creel, ya se encuentra registrado en la planilla de Madero. El ex funcionario de reconocida línea foxista está convencido de que el chihuahuense recuperará Los Pinos en el 2018.
No deja de ser una broma de mal gusto, porque Acción Nacional perdió su origen y su esencia. Ahora es un partido más con las malas “mañas” de otras organizaciones políticas. El propio Creel tiene una hoja de “servicios” nada recomendable.
En su momento, se le criticó por el reparto generoso e irregular que hizo de los permisos para el establecimiento de casinos. El escándalo fue mayúsculo, pero no pasó a mayores, como se dice coloquialmente.
Creel, apadrinado por Fox, fue derrotado por Calderón en la competencia por la candidatura presidencial en el 2006. En las últimas elecciones tampoco tuvo la oportunidad de participar. La abanderada blanquiazul fue Josefina Vázquez Mota.
El guanajuatense no ha tenido suerte con su protegido. Ahora le apuesta a Madero con las posibilidades de ganarle a Calderón.
El otro apoyo a Madero surgió de “El Yunque” y el representante es Marco Antonio Adame, ex gobernador de Morelos. A los blanquiazules no les preocupó recibir el apoyo de un ex mandatario estatal controvertido y siempre en el ojo de la tormenta.
En el presente, su ex secretario de Finanzas, Alfredo Jaimes, se encuentra acusado de desvío de recursos públicos por más de 177 millones de pesos.
De Cordero se puede decir que a pesar de su trayectoria gris en la política, logró ostentar el título de secretario de Hacienda en el gabinete de Calderón y posteriormente un sitio como senador. También fue derrotado por Vázquez Mota en la competencia por la Presidencia de la República.
En la planilla de Cordero está el ex gobernador guanajuatense, Juan Manuel Oliva, quien fue acusado por enriquecimiento ilícito durante su administración.
Independientemente de quien sea el ganador, Acción Nacional vive sus peores momentos como partido político. Sus dos sexenios con presidente de la República no le sirvieron para consolidar el poder.
Fox desaprovechó el capital político que México le dio con la esperanza de un cambio. El entonces presidente echó por la borda lo que había ganado y actuó frívolamente en la Presidencia.
No obstante los errores, alcanzó a dejar un sucesor: Calderón. Como todo mundo sabe, el susodicho ganó la Presidencia de la República en elecciones calificadas de fraudulentas. Después, los seis años de gobierno del michoacano fueron determinantes para hundir la imagen de Acción Nacional y del propio Calderón.
La derrota en las últimas elecciones presidenciales fue mayúscula para los blanquiazules. El partido cayó al tercer lugar en las preferencias del electorado. A partir de esa humillación el PAN ha intentado recuperarse. Ha sido en vano.
Los propios panistas ya no ven su partido a aquél organismo político honorable ajeno a las ambiciones personales: encuentran a esa institución con la marca de los negocios en la frente en vez de luchar por los intereses de la ciudadanía.
El divisionismo apareció en el PAN y provocó la pugna entre facciones: calderonistas contra maderistas. Los conflictos en que se encuentra sumido Acción Nacional podrían salir a flote en la campaña por la dirigencia partidista.
Ya podrán estar felices los panistas que hicieron de su partido una empresa mercenaria en busca de utilidades económicas tras abandonar sus principios y olvidarse de su origen.