El espejo argentino
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 5, Feb 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Lo que hace la Shell en Argentina debería ponernos a pensar sobre las graves consecuencias que traerá consigo la reforma energética.
Resulta que el jefe de gabinete de Argentina, Jorge Capitanich, calificó como una actitud conspirativa la decisión unilateral de la empresa anglosajona Shell de aumentar en 12 por ciento el precio del combustible. Recordó incluso la maniobra reciente de haber promovido la devaluación de la moneda argentina —que sufrió una depreciación de 12 por ciento—, mediante la compra masiva de dólares a mayor precio del que en ese momento tenían en el mercado.
Dijo Capitanich en conferencia de prensa que la actitud de Shell y de su más alto directivo en la República Argentina (Juan José Aranguren) “siempre es conspirativa, siempre es atentatoria contra los intereses del país”.
Advirtió que el aumento de 12 por ciento dispuesto antenoche por esa empresa en sus combustibles no tiene razonabilidad técnica y el objetivo es perjudicar al país.
Dijo más el funcionario: “Me parece que sólo la codicia, la estrategia de imponer condiciones y decisiones como grupo económico, son los que los llevan a tomar este tipo de acciones.
No hay ninguna explicación posible para esa actitud que afectaba directamente los intereses de nuestro país y es muy importante que el pueblo argentino sepa que esto es una lucha cotidiana”.
Los problemas del gobierno argentino con la Shell no son de ahora. En 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner llamó a los consumidores de su país a emprender un boicot contra la empresa de capital mayoritario británico-holandés debido a un aumento arbitrario de precios decidido por la firma.
El incremento de precios y la especulación con la moneda ubican a Shell dentro de una campaña para desestabilizar al gobierno de Argentina. De ese tamaño. Y empresas como esa serán las que vendrán aquí a encargarse de la explotación del petróleo en las aguas profundas del Golfo de México.
Se trata de Shell, British Petroleum, ExxonMobil o Chevron (antes Texaco) que presentan un historial de daños al medio ambiente y a los derechos humanos, mismos que han quedado en la impunidad por su gran poder económico y su injerencia en las decisiones políticas de los países en los que tienen presencia, incluidas sus actividades de desestabilización política y económica.
Ahí está el espejo argentino, donde el gobierno pasa tremendas dificultades para recuperar la soberanía económica.
Muchas veces se ha advertido en México que esas empresas no son hermanas de la caridad, son monopolios energéticos del mundo, empresas que traen tras de sí a sus gobiernos, capaces de provocar guerras e invasiones militares para defender sus intereses económicos.
Y pese a su historial y las advertencias, a las grandes petroleras se les está abriendo la puerta de par en par, para compartir la producción del petróleo que estaba prohibida por la Constitución.
El propio Cuauhtémoc Cárdenas ha advertido que la apertura, que propiamente es una privatización, “nos pone en manos de contratistas extranjeros. Se abriría una etapa que quizá no fuera muy larga, de agotamiento de nuestras reservas naturales”.
La reforma va a detener la utilidad que actualmente genera el petróleo (40% del Producto Interno Bruto con 2.5 millones de barriles de petróleo diarios) y abrir la posibilidad de que México nunca industrialice el recurso, sino que se vea obligado a importar. “Con esto, toda la riqueza queda influenciada por intereses de las grandes empresas petroleras, sin tener preocupación por el presente o el futuro del país”.
Pero nada le hace, para allá vamos.