Jacinto y Nicolasa, una joya de la nueva dramaturgia
* Especiales, Espectáculos jueves 23, Ene 2014- El montaje que narra la historia de un asesino que en realidad es un héroe, y de un criminal que en realidad es una víctima, hará temporada en el teatro La Capilla
Gloria Carpio
En el Distrito Federal, la plaza con la mayor cartelera de montajes teatrales no sólo de México, sino de las principales ciudades del mundo, del 28 de enero al 25 de marzo y todos los martes a partir de las 20:00 horas, se presentará una joya de la dramaturgia mexicana, que seguramente hará historia no sólo por su contenido, pues explora un nuevo formato escénico a base de entrelazar dos monólogos.
Estará en el teatro La Capilla, el reparto se reduce a Olivia Lagunas y Bernardo Velasco, una pareja de actores que con esta obra pretenden catapultarse, la dirección de escena es de Alberto Lomnitz.
Los personajes son Jacinto y Nicolasa, enmarcados en la ética y estética del mundo tarahumara, para entregarnos la historia de un asesino.
Luego de un juicio celebrado en su comunidad, Jacinto decide entregarse a la justicia, a cuyos representantes informa que ha cometido un asesinato. Pretende entregarse un lunes, pero no lo reciben (por cuestiones clásicas de la burocracia penal), ya que el juez debió llegar desde la capital de Chihuahua para tomarle su declaración preparatoria.
Así comenzó un largo peregrinar de Jacinto, quien cada lunes debe dejar a su mujer y a sus hijos para caminar durante tres días y tres noches a fin de llegar a la agencia del Ministerio Público y simplemente confesarse culpable de un asesinato.
Pero en esos viajes, del corazón de la sierra a la cabecera de Guachochi, se van revelando las verdaderas razones por las que Jacinto mató a su compadre. Por tanto, un inútil citatorio de la justicia, Jacinto abandona la culpa y la angustia de que la policía lo vaya a buscar, hasta el día que llegan por él “para hacer justicia”.
En el mismo juicio, Nicolasa pide que busquen a su hijo que fue secuestrado por unos hombres encapuchados junto con un amigo cuando pescaban en el río. Tan sólo tiene 13 años, muchos sueños y proyectos.
Esta historia se ha hecho común en el norte del país, pero presentada con música y poesía, destaca la relatividad que tiene el concepto de justicia, pero sobre todo, la marginación a la que están sometidas las comunidades indígenas como es la población rarámuri.
Si a todo ello le añadimos el vestuario, totalmente tarahumara, la obra traslada al público a lo que es una comunidad rural aislada de lo que es la electricidad, en donde se escucha hasta el crecimiento de las plantas, realidad tan distante de nuestra experiencia urbana.
Y eso no es todo lo que ofrece el drama titulado Jacinto y Nicolasa, pues fue preparada para este monólogo una partitura de sonidos que imitan a la naturaleza, con instrumentos ciento por ciento rarámuris, grabados por Rodolfo Sánchez Alvarado.
Se escribe GUACHOCHI, no HUACHOCHI…