Cuauhtémoc y su ciclo político
¬ Augusto Corro viernes 22, Nov 2013Punto por punto
Augusto Corro
El líder moral del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, ya cumplió con su ciclo en la política mexicana.
Tuvo varias oportunidades para ser presidente de la República, pero su carácter tibio, por decir lo menos, se lo impidió.
Aquí en este espacio hemos repetido la historia del 88 cuando perdió las elecciones frente a Salinas de Gortari y no hizo gran cosa para reclamar lo que se supuso una victoria.
Desde su juventud se amparó bajo la sombra del general Lázaro Cárdenas para significarse en la política de la izquierda.
Su imagen de líder moral del perredismo no le ha dado suficiente fuerza para mantenerse por encima de las tribus.
Muy respetado y amado por sus seguidores, éstos protegen más sus intereses personales que los llamados a la unidad partidista. Así, la figura de Cuauhtémoc Cárdenas aparece ahora por temporadas con cierta proclividad al oportunismo. Esta vez, en la supuesta defensa del petróleo.
No se ve el porqué tendría que ser diferente a los políticos mexicanos que tienen el arribismo y el oportunismo como prácticas políticas comunes.
Los mexicanos no tienen nada que agradecerle al michoacano, que si bien es cierto que a él se debe la existencia del PRD, los verdaderos izquierdistas lo rechazan por su línea comodina y oportunista.
En el presente, dirigentes de la élite perredista le coquetean para que se reelija como presidente nacional del partido del sol azteca. Él se deja querer y es obvia su disposición a liderar nuevamente al partido que fundó.
Esta jugada de varias bandas, de concretarse, dejaría huérfano de partido a Marcelo Ebrard, quien, dicho sea de paso, no encuentra la manera de llevar a la práctica sus inquietudes políticas. Busca el resquicio para acceder a la dirigencia partidista.
Este fin de semana los perredistas se reunirán en Oaxtapec, Morelos, donde podría analizarse la reforma a los estatutos para permitir la reelección de Cárdenas. Cárdenas y Ebrard han asumido actitudes conciliatorias, pero en el fondo la situación es diferente.
Ya el michoacano aceptó que tiene que realizarse un cambio estatutario y después ver las condiciones y las propuestas programáticas de los perredistas. “Estoy abierto a escuchar y después de eso tomaré una decisión”, dijo Cárdenas.
Por su parte, Ebrard dejó entrever la posibilidad de hacerse a un lado para dejar el paso libre a Cuauhtémoc Cárdenas.
Igual que el michoacano se refirió al cambio de estatutos y de que surja un acuerdo de unidad, pero que hasta el momento no tiene conocimiento alguno.
Y en esa situación de espera se encuentran los líderes perredistas que lo deseen o volverán a caer en el terreno del divisionismo: es su naturaleza.
Claro, ahora el tema del divisionismo es tratado con mayor atención por los amarillos, porque saben que los enfrentamientos terminarían con hundir al partido. Casi en el terreno de la preocupación, el propio Ebrard y el senador Alejandro Encinas Rodríguez, una de las voces con mayor autoridad en el PRD, hicieron un llamado a la militancia perredista a rescatar el partido de las “corrientes internas que lo tienen secuestrado y convertido en un satélite del poder”.
Como señalamos arriba, el divisionismo no se hará esperar. ¿Las razones? Una de éstas está en que “Los Chuchos” son los dueños del PRD y tendrá que costar mucho trabajo que dejen el poder. Para empezar, ya tienen en Carlos Navarrete a su candidato para que le suceda en el cargo a Jesús Zambrano.
“Los Chuchos”, verdaderos mercenarios de la política, no piensan ceder su condición de propietarios del PRD. Tienen la suficiente experiencia para lidiar contra sus oponentes sin encontrar la derrota. Son muchos los ejemplos de conflictos en los que han salido triunfantes. No ven nada nuevo en las ambiciones de Ebrard o de Cárdenas.
Feliz fin de semana.