El otro Nabor Carrillo
Francisco Rodríguez lunes 11, Nov 2013Índice político
Francisco Rodríguez
Nabor Carrillo Flores (1911-1967), quien fuera el tercer hijo del compositor musical Julián Carrillo, está sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres. Tiene merecimientos para ello. Entre otros, que fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1953 a 1961 y porque, en 1957, fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. También porque fue de los primeros que, en nuestro país, dedicó su ingenio al estudio de la energía nuclear.
El otro Nabor Carrillo Flores, de quien quiero platicarle hoy, se desempeña en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), pero antes lo hizo —¡oh, paradoja!, ¿o parajoda?— al lado del hoy autoexiliado Genaro García Luna en la Secretaría de Seguridad Pública federal.
Fue ahí coordinador —también llamado comisario jefe— de Análisis y Enlace Internacional de la Policía Federal.
Sus diplomas y entorchados académicos respaldan su posición policiaca. No sólo es abogado egresado de la UNAM, también con diplomados del CIDE, el ITAM, la Université de Grenoble y Georgetown University.
Ha incursionado en el campo diplomático, antes de ser policía, pues fue ministro en la embajada mexicana en Washington, lo mismo que en España.
Y en el sector privado se ha desempeñado en áreas internacionales en el Economic Strategy Institute (Washington, D.C.), en ICA y en TMM, entre otros.
Hoy, como le decía, despacha en la CNDH, en una clásica manchicuepa burocrática —de policía a defensor de los derechos humanos—, tan común entre nuestros funcionarios chambistas.
Posee, pues, vívidas experiencias internacionales, tanto académicas como laborales, mayoritariamente en la capital imperial que, de acuerdo a quienes le conocen, lo han convertido en lo que popularmente se llama un “proyanqui”, en toda la extensión de la palabra.
¿Que por qué es hoy don Nabor el tema de esta colaboración?
Se lo platico enseguida, porque tiene relación con un tema que hace apenas unas semanas causó furor: el espionaje de EU a Felipe Calderón y al hoy presidente Enrique Peña.
DE PAR EN PAR
— Fue Nabor Carrillo Flores —me dijo apenas un personaje de la vida política, quien lo conoce al dedillo—, el que abrió de par en par las puertas a los gringos para que aquí realizaran su espionaje. ¡Lástima de nombre!, ¿no crees?
Y en efecto, una investigación somera por parte de Miguel Ángel Osorio Chong, a quien Enrique Peña encargó la investigación respectiva, podría confirmarlo, cual ya lo hizo este escribidor.
De hecho, este otro Nabor Carrillo Flores —¿pensará que sus restos descansen en Arlington, VA?— fue quien mayor contacto tuvo con los cuerpos policiacos y militares estadounidenses durante el tramo del llamado Plan Mérida que a Genaro García Luna le correspondió coordinar por la parte mexicana. No sólo era su traduttore, también —dirían en Italia— su tradittore… aunque haya quien piense que el acceso a la información de Calderón y los suyos, a Peña y a su equipo más cercano, haya sido con el beneplácito de aquel a quien alguien llamó por ahí —-no se ría, por favor— “el policía de titanio”.
¿Qué hace hoy Carrillo Flores en la CNDH? ¿Estará enterado de los antecedentes facilitadores del espionaje de la NSA a los altos cargos del gobierno mexicano el titular de esa dependencia gubernamental, Raúl Plascencia? ¿De qué le sirve Nabor Carrillo al gobierno estadunidense en esa posición ejecutiva de la Comisión?
¿Desde ahí se realiza ahora el espionaje?
¡Magnífico disfraz!, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: El embarazoso asunto no ha concluido, aunque ya no aparezca en las primeras planas de los diarios. Hace una semana, el embajador de México en Estados Unidos, Eduardo Medina Mora,
dijo aún se está a la espera de la “respuesta apropiada” del gobierno estadunidense a las supuestas actividades de espionaje que habrían realizado en México. Y recordó que el presidente Barack Obama “se comprometió a una revisión profunda, a una investigación a las prácticas y a la manera en que éstas habían afectado a México.