Puertas abiertas
¬ Javier Cadena Cárdenas martes 24, Sep 2013Termómetro
Javier Cadena Cárdenas
Como si fuera el Francisco Javier Mina de hoy, el futbolista Lucas Lobos empieza su paso como integrante de la selección mexicana de futbol declarando ante la prensa: “Vine al TRI por el mal momento que pasa”.
Aunque este jugador nacido en Argentina y recientemente naturalizado mexicano, unas pocas palabras adelante vuelve a la modestia y dice: “No sé si soy la solución” y agradece que lo hayan tomado en cuenta para “poner mi granito de arena”.
Por su parte, el portero Guillermo Ochoa aunque se guarda sus palabras por no haber sido convocado a la selección argumentando que “no es momento de hablar”, dice algo que deja abierta su disponibilidad: “Me gustaría jugar en la selección como mexicano que soy”.
Este par de mexicanos, uno por adopción y otro por nacimiento, en este mes patrio dan el pretexto perfecto para traer a colación muchos aspectos, entre ellos el reconocimiento internacional que México tiene como anfitrión, ya que aquí se recibe a todos con los brazos abiertos y de todos esta es su casa.
Esta actitud, obviamente, ha traído sabores agradables y relucientes, como también amargos sinsabores y contradicciones propias de comportamientos como estos, mismos que incluso pueden caer en ese otro dicho que viene muy bien a cuento: “candil de la calle y oscuridad de su casa”.
O se puede caer en una actitud como la que en el equipo de futbol Guadalajara es recurrente: se ufanan de jugar con puros mexicanos, pero sus directores técnicos la mayoría de las veces, son extranjeros.
Es decir: para los dueños de ese equipo, los mexicanos son buenos para la mano de obra, para el trabajo de campo, pero los extranjeros son mejores para pensar, planear, dirigir, para el trabajo de escritorio, y este mensaje deja entrever que tienen una actitud colonizada con cierto dejo de inferioridad.
Pero no todo es negativo y hay que reconocer que es más lo positivo de esta permanente política de puertas abiertas que tiene México, y ejemplos hay hasta para aventar al cielo, y uno de ellos, lamentablemente, acaba de morir.
Álvaro Mutis Jaramillo nació el 25 de agosto de 1923, en Bogotá, Colombia, y desde 1956 vivió en México en donde apenas el pasado domingo murió en el Instituto Nacional de Cardiología, en donde ingresó el mismo día en que “Manuel” e “Ingrid” azotaron al país.
Álvaro Mutis fue un gran escritor al que muchas generaciones de mexicanos conocieron a través de su voz, ya que fue el locutor de la serie de televisión “Los Intocables”, pero además, hay que reconocerle que él mismo decía que conocía México más que muchos mexicanos porque él había conocido Lecumberri desde dentro.
Se antoja deseable que todos a los que México recibe con los brazos abiertos, sean como Álvaro Mutis.