Clases bajas y salarios misérrimos
Francisco Rodríguez miércoles 26, Jun 2013Índice político
Francisco Rodríguez
Poco menos del 60 por ciento de la población mexicana pertenece a lo que el INEGI ha denominado “clase baja”, haciendo a un lado el eufemismo “los que menos tienen”, que fuese acuñado durante el salinismo.
Tales datos aparecen en el estudio “Clases Medias en México” publicado hace un par de semanas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el que se da a conocer que, hasta el 2010, la mayoría de los habitantes de nuestro país pertenecía a un estrato social bajo y, además, que más de la mitad de los hogares del país (55%) es de clase baja.
Que en ellos viven prácticamente tres de cada 5 mexicanos. Y que en el otro extremo de los estratos sociales, sólo 2.5% de los hogares en México son de clase alta, y en ellos sólo vive el 1.7% de la población del país.
Con base a otro estudio, este de la OCDE y dado a conocer a finales de mayo, tal pobreza —¿o bajeza?— no obedece a que México sea un país de zánganos o perezosos, pues los mexicanos trabajamos un promedio de 2 mil 250 horas por año, casi 500 horas más que el resto de los ciudadanos pertenecientes a esa Organización, otrora conocida como “El Club de Ricos”.
La pobreza, entonces, es producto de la baja calidad de los salarios en nuestro país, y a ello se refiere precisamente el artículo Los Deprimidos Sueldos Mexicanos que hace un par de días publicara Roberto Guajardo Vizcaya, mismo que llegara a mis manos por cortesía del colega y amigo Guillermo Fárber.
“Para mantener a México como un país competitivo para la inversión extranjera directa –escribe Guajardo Vizcaya—, los sueldos en el país se han mantenido muy bajos por muchos años, realmente desde los años 70 del siglo pasado se inició este fenómeno, el que con el pasar de los años ha traído otras consecuencias.
Actualmente, el sueldo mínimo en México anda en 8 dólares el día, cuando en los Estados Unidos anda en 8 dólares la hora, en Canadá en 11 y en Australia o Nueva Zelandia en 18 dólares la hora.”
Y más aún:
“Algunos dirán: sí, pero el salario mínimo se paga a pocos en México, lo que es verdad (3.1 % de los registrados en el IMSS en diciembre del 2012), pero no por esto deja de ser muy alarmante la situación cuando el salario mínimo que se otorga en México es el más bajo de Latinoamérica, incluso inferior al de Haití que es de 1,240 o al de China que es de 1,654 dólares cuando en México es de 1,212 dólares al año.
¿No se acaba usted de convencer? Déjeme darle otro dato. A noviembre pasado, el salario medio de cotización registrado en el IMSS era de 258.8 pesos diarios, el cual traducido a una paridad de 12.71 pesos por dólar, resultan 610 dólares mensuales de ingreso promedio que tienen los mexicanos.”
¿Y EL MERCADO INTERNO?
Una idea promovida por los mercadólogos de la política es aquella que reza: “las campañas electorales deben hacerse en verso y, posteriormente, gobernar debe hacerse en prosa”. Poética, en efecto, fue la oferta del entonces candidato Enrique Peña Nieto de que, durante su gobierno, fortalecería el desarrollo del mercado interno.
A finales de la segunda decena de abril, por ejemplo, en una reunión con turisteros afiliados a la CONCANACO, el entonces candidato de la coalición Compromiso con México enumeró los problemas que afectan a México: inseguridad, pobreza, crecimiento económico “perdón se me olvidaba uno, el desempleo”… A lo que propuso el fortalecimiento del mercado interno para poder lograr un crecimiento económico 3 veces mayor al de los años anteriores, uno de 5 o 6 % anual y dijo que lo lograría siguiendo el ejemplo de Corea del Sur.
Pero como van las cosas hasta ahora —recrudecimiento de la crisis mundial y, aquí, cierre de las llaves del gasto público— tal compromiso se ve difícil de cumplir.
Todo indica, por lo contrario, que a lo que nos dirigimos es —parodiando al clásico— “a hacer el trabajo que ni los chinos quieren hacer”.
Que “para mantener a México como un país competitivo para la inversión extranjera directa”, como escribió Guajardo Vizcaya, los salarios de los mexicanos seguirán a la baja. Los más bajos de América Latina, Haití incluido, y convertirnos ahora en los esclavos dedicados a armar iPhones, entre otros productos que alimentan el consumismo mundial.
Como se ven las cosas, reitero, no hay posibilidades de que se desarrolle un mercado interno en nuestro país.
Aquello fue verso.
Hoy nos enfrentamos a la dura prosa, ¿o no?
Índice Flamígero: Si algo hay que ha evitado en México las algaradas sociales, fenómenos como los que ahora mismo se viven en Brasil, ha sido la existencia de la informalidad.
En todos los ámbitos: desde el comercial hasta el laboral, por supuesto.
Extraña por tal que ahora la Secretaría del Trabajo y ¿Previsión Social? anuncie que emprenderá una campaña en contra de ella, dizque porque descuenta entre tres y cuatro puntos al PIB. Tal es una visión economicista que no toma en cuenta el efecto social, ¿no cree usted?