Justicia a la carta
¬ Augusto Corro jueves 2, May 2013Punto por punto
Augusto Corro
Sin rubor alguno, la justicia guatemalteca es manejada a gusto de los poderosos.
Como le informamos hace varios días, en un hecho señalado como histórico, las autoridades de Guatemala decidieron juzgar al ex dictador Efraín Ríos Mont por genocida.
Sinceramente pocos creyeron que iba en serio el juicio al sanguinario militar retirado, porque se preguntaron cómo se iba a juzgar a uno de los prototipos del depredador social.
Y tenían razón, la justicia se desvió.
Ríos Mont fue parte de la guerra civil (1960-1996) que se distinguió por el aniquilamiento de las etnias guatemaltecas.
En el caso que nos ocupa, los indígenas mayas-ixiles fueron las víctimas de las agresiones gubernamentales.
Las presiones de la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchu, y la presión de organizaciones no gubernamentales presionaron para que Ríos Mont y todos los responsables de las matanzas de guatemaltecos fueran juzgados.
Se abrió el juicio contra Ríos Mont y se abrió el entusiasmo en aquellos que han pugnado, por años, que se castigue a aquellos que en el poder cometieron atrocidades contra la población, la mayoría de las veces indefensa.
Todo marchaba sobre ruedas. Los defensores de las víctimas presentaron a testigos que narraron hechos verdaderamente desgarradores sobre la manera en que fueron tratados por la fuerza pública que controlaba el sátrapa Ríos Mont.
En el paquete de enjuiciados también se encontraba el jefe de inteligencia militar, José Rodríguez, el brazo ejecutor del ex presidente. Ambos eran juzgados por la matanza de mil 771 indígenas mayas-ixiles.
Como iba el asunto, Ríos Mont y José Rodríguez no tenían posibilidades de escapar del brazo de la justicia; pero ocurrió lo contrario.
Se empezaron a manejar nombres de personalidades del gobierno, inmiscuidas en las masacres de indígenas y las altas autoridades ordenaronn que se detuviera el juicio.
Y así ocurrió. A los políticos guatemaltecos no les importó la avalancha de críticas por manejar la justicia a la carta. Es decir a capricho de los afectados que se encuentran en las cúpulas del poder, con la fuerza suficiente para defender a delincuentes de la talla del ex dictador citado.
En los últimos días, las manifestaciones de los guatemaltecos se han multiplicado con el fin de que continúe el proceso contra Ríos Mont, pues una vez anulado el juicio, la situación retrocedió 17 meses.
Al gobierno guatemalteco poco le interesó que la opinión internacional estuviera pendiente del desarrollo del juicio histórico al sátrapa Ríos Mont. ¿Cómo era posible que un juicio con elementos suficientes contra el ex presidente hubiera sido anulado de un plumazo?
Organismos internacionales y locales deploraron que se hubiera cancelado el proceso y ahora se espera que la juez Yasmín Barrios busque la manera de reanudar el enjuiciamiento al militar retirado y a su cómplice.
La activista de los derechos humanos, Menchú, dijo, sobre el juicio al sátrapa, lo siguiente:
“Nosotros queremos una sentencia condenatoria, esa sentencia que recoja algo a favor de los acusados, porque hay que decir que este juicio lo que está haciendo es acreditar la verdad de las víctimas”.
Pero tenían que transcurrir varios días para que de la cúpula del poder surgiera la orden de detener el juicio. Esa actitud al más puro estilo dictatorial es la que prevaleció y, según parece, continuará la impunidad para Ríos Mont y su banda.
El gobierno guatemalteco desperdició la oportunidad de cerrar una etapa de ignominia para el pueblo al sesgar el castigo contra el sátrapa, quien, junto con su pandilla, enlutó a cientos de hogares de indígenas con sus acciones represivas.