“Benedicto” García Ramírez
Francisco Rodríguez miércoles 13, Feb 2013Índice político
Francisco Rodríguez
Amén de la sorpresiva abdicación de Benedicto XVI al trono de San Pedro, la historia de la Iglesia católica conoce otras renuncias en situaciones límite de cisma, en las que estaban en juego tres grandes causas: causa unionis (superación de la división interna), causa fidei (las herejías y errores), causa reformationis (la reforma de las costumbres).
Una institución como la Iglesia católica, con 2 mil años de existencia, ha visto casi todo en su historia. Sin embargo, hoy estamos ante algo realmente nuevo con Benedicto XVI.
Su renuncia, ¿es un gesto de cobardía, de congruencia… o la necesaria exigencia de una fidelidad a la misión, que incorpora su persona, pero que está más allá de ella y es más sagrada que ella? Dios y él lo saben. Nadie más.
Cosa similar sucede con la también sorpresiva renuncia de Sergio García Ramírez al encargo conferido por la Cámara de Diputados -tras casi un año de cónclaves o negociaciones “en lo oscurito”- para ocupar un asiento en el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE). Sólo él y Dios conocen los reales motivos de su dimisión aunque, como en el caso del todavía obispo de Roma, se pueda especular en torno a ellas.
No se va García Ramírez por una causa unionis. Su abrupto abandono de la correspondiente silla en el Consejo General no abona a la cohesión de un órgano dividido en facciones partidistas, dado que el PRI-PVEM, PRD y PAN mantienen secuestrado al organismo que debiera arbitrarlos.
Tampoco por una causa reformationis, pues una reforma política tras otra lo único que se consigue es que los partidos afiancen su hegemonía por sobre los comisionados.
Puede ser, en cambio, una causa fidei, ya no sólo por la excusa presentada por el renunciante de que su paso por el IFE sólo era transitorio, sino por las herejías y errores que este órgano colegiado acometió, entre otros muchos, con la presentación de las cuentas de gastos de los partidos políticos en el más reciente proceso federal electoral.
Pero, aparte de Dios y de García Ramírez, ¿alguien más sabe las verdaderas causas de su sorpresiva e inédita dimisión?
¿VIOLA LA LEY DE LEYES?
Me recuerda el presidente de Transparencia Mexicana, Gabriel Reyes Orona -también ex procurador fiscal de la Federación- que, de acuerdo al Artículo 5 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cargo de García Ramírez en el IFE es irrenunciable.
Reza el texto constitucional, en efecto, que “las funciones electorales y censales tendrán carácter obligatorio y gratuito, pero serán retribuidas aquéllas que se realicen profesionalmente en los términos de esta Constitución y las leyes correspondientes”.
Es una obligación bien retribuida, además, la de ser consejero del IFE. Y no se puede renunciar, habida cuenta que el mismo numeral de la Carta Magna expresa que serán obligatorios “los servicios públicos, en los términos que establezcan las leyes respectivas, el de las armas y los jurados, así como el desempeño de los cargos concejiles y los de elección popular, directa o indirecta”.
¿Viola la Ley de Leyes García Ramírez con su renuncia a un encargo que es obligatorio?
Sólo Dios y él lo saben, porque la Cámara de Diputados ya dio entrada a su dimisión, lo que quedó muy claro con el tajante “¡ya renunció!”, con el que la semana pasada sorprendió Manlio Fabio Beltrones al propio dimitente, por no mencionar a los demás consejeros y representantes de partidos reunidos en ese mismo momento en Consejo General.
Falsa puerta de salida, además, encontraron García Ramírez y el presidente Leonardo Valdés al investirse aquél en “invitado” del segundo. ¿Puede “invitar” cualquier comisionado a quien quiera? ¿Los “invitados” pueden participar en las discusiones?
Benedicto XVI, por su parte, ya no participará en el cónclave que elegirá a su sucesor. ¿Por qué García Ramírez tendría que seguir participando en las reuniones -de cualquier tipo- en el IFE? Sabrá Dios… ¿o quién más?
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