Los refrescos
¬ Augusto Corro viernes 7, Dic 2012Punto por punto
Augusto Corro
En el Senado se pronunciaron por un incremento en el precio de los refrescos. ¿Somos el país número uno en consumidores de refrescos? Parece que sí.
Ingerir este tipo de bebidas en cantidades industriales es dañino para la salud. Quienes más bebemos aguas azucaradas embotelladas formamos, en la mayoría de los casos, las filas de los obesos y diabéticos.
Así pues, México ocupa un lugar importante en los lugares de países con más habitantes gordos y diabéticos. Sin embargo, los refrescos no son los únicos que destruyen nuestra salud.
Todos sabemos que los enemigos blancos del hombre son la sal, las harinas y el azúcar. Claro, a lo anterior se debe añadir la herencia genética que predispone a las personas a la enfermedad de la diabetes.
Y ya entrados en gastos, la sal es tan dañina como el azúcar, por los problemas que provoca al corazón y a los riñones; pero parece que este problema no interesa tanto a los legisladores.
Bueno, en ambos casos de enfermedad: diabetes e hipertensión le provocan un gasto económico mayúsculo al gobierno.
Si los enemigos blancos se conjugan y los consumimos con exceso, los resultados negativos no tardan en llegar. Es decir, los senadores tienen razón en preocuparse por la salud del pueblo, aunque, se sugiere, el tema tiene que ser analizado a fondo porque toca otros renglones.
Por ejemplo, en nuestro territorio nacional la pobreza es galopante. En este espacio hemos hablado de que millones de personas apenas si tienen dinero para conseguir los alimentos básicos. En estos casos, el complemento alimenticio se encuentra directamente en el azúcar de los refrescos: una manera de conseguir las calorías para la subsistencia.
Se plantean dos vertientes en el tema de subir los precios de los refrescos. La primera es para desincentivar el consumo de aguas azucaradas embotelladas; y la segunda buscar que los incrementos citados desequilibren aún más la llamada pobreza alimentaria de millones de mexicanos.
Conste que nos referimos a refrescos embotellados. Las bebidas light, jugos y néctares se encuentran muy lejos de los bolsillos de los pobres. No se diga de esos líquidos para recuperar energías de los deportistas. Tampoco nos oponemos a que suba el precio de los refrescos. Lo que pretendemos es que aquellos que encuentran en el azúcar de las bebidas embotelladas sean informados de las enfermedades que se derivan del consumo exagerado de dulce.
Como México está lleno de pobres no se podría dividir en zonas para la aplicación del incremento de los precios de los refrescos. Vaya paradoja: a los pobres les faltan alimentos azucarados para su dieta y a los ricos los mantiene obesos y diabéticos.
Es hora de emprender una campaña integral, enérgica, para hacer conciencia en la sociedad de las necesidades de ordenar la dieta alimenticia. Con o sin incremento en los precios de los refrescos, debemos cuidar nuestra salud.
Desaparecer, ahora sí, en las escuelas las “tienditas” que venden productos dañinos: refrescos, papas, chicharrones, etc.
La fuerza de voluntad es un arma poderosa enfrentar las debilidades del consumo de los enemigos del hombre: sal, azúcar y harinas. Los primeros días son difíciles, pero poco a poco el cuerpo se acostumbra a vivir sin esos ingredientes, que consumidos en exceso, tarde o temprano, deterioran nuestra salud. En fin, los legisladores tendrán que ver todos los ángulos del tema, para que no por beneficiar a unos se afecte a otros.
Feliz fin de semana.