Entrar al futuro
¬ Juan Manuel Magaña lunes 26, Nov 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
El país ya vive eventos de futuro en medio de la insana inercia de un presente que, lamentablemente en este caso, no se puede abreviar.
Las fuerzas que serán protagónicas en relación con los temas más importantes del país están ya tomando posiciones para cruzar el umbral del siguiente sexenio.
Apenas agotado el último minuto del próximo viernes se instalará en el gobierno el nuevo gabinete. La mañana del sábado, tomará posesión Enrique Peña Nieto.
Para ese día Andrés Manuel López Obrador, el principal líder de oposición del país, con 16 millones de votos, llamó a una concentración en el Ángel de la Independencia.
Será de tipo contestataria, nada que ver con el traumático 2006, que se conserva todavía en unas boletas que por algo no han podido ser destruidas.
Lo de AMLO será un mero posicionamiento, que hasta podría dejar con ganas de ir a más a los radicalismos. Lo realmente importante será observar su poder de convocatoria, será la primera ocasión en que ya nada tenga que ver con el PRD y que su agrupación Morena ascienda como nueva protagonista, ya sin papel subordinado o secundario.
Habrá de verse la efectividad de esa organización sin algo que sus detractores le señalan mucho a AMLO: el apoyo del gobierno de la ciudad.
Su gente cercana ha dicho que AMLO optó por ponerse al frente de un movimiento con objetivos de largo plazo, entre ellos, el de aspirar a ser partido. No sin dificultades, Morena pudo celebrar 300 congresos en cada distrito del país y 32 en cada una de las capitales, y logró concretar una representación legítima y estable de 2 mil 500 delegados y celebrar un congreso general, todo ello en menos de 90 días.
Un nuevo gobierno y una nueva estructura de oposición son las fuerzas que ascienden, para este primero de diciembre, en la escena política. Protagonizarán los cambios pretendidos y las luchas de resistencia que el país va a vivir en los próximos seis años. Una muy clara, por ejemplo, el asunto petrolero.
Pero ese que es signo de este tiempo no podría estar completo sin la penosa inercia declinante del calderonismo que busca en la propaganda la forma de recomponer una cierta imagen.
Pero tropieza. Ahora puso en marcha la construcción del boulevard Juan Camilo Mouriño, que constará de 3.5 kilómetros en Ciudad del Carmen, Campeche, a un costo de 54 millones de pesos. Nada para el ciudadano, todo para el ego.
Pero ese será otro monumento a la corrupción “legal” y moral de su paso por el gobierno.
La de los conflictos de interés para el agandalle de los contratos con Pemex. La que se puede arrebatar mientras no lo prohíba la ley. La de los años de Hidalgo. Otro monumento, como la Estela de Luz -la “suavicrema”- y el dispendio con motivo del Bicentenario.
Y a quién quiere convencer de que “construir un Campeche y un México más justo, más moderno y más próspero siempre fue el más alto anhelo de Juan Camilo, la inspiración detrás de su trabajo cotidiano”. Cómo no. Pero qué bueno que ya se va.