Sobre de ellos
¬ Juan Manuel Magaña lunes 24, Sep 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Parece que se van a entender. Ustedes dejen que los despidos salgan baratos. Sí, pero ustedes denle chance otros cien años a Elba Esther o a Deschamps.
Ustedes faciliten la contratación temporal sin control. Sí, pero ustedes no toquen a los petroleros ni al magisterio, pilares del sistema, como habrán podido comprobar.
Y así, poniéndose de acuerdo el PRI y el PAN, cosa que ya no parece difícil, la reforma laboral ya irá pareciéndose cada vez más a sus verdaderos progenitores.
En principio, trae los genes Calderón-Lozano, que en realidad son los genes de la agenda empresarial. Faltan ya nomás los genes de la agenda del sindicalismo charro, y no falta mucho para que veamos con qué cara sale el chamaco.
Ustedes denle chance al “outsourcing” y a la limitación del pago de salarios caídos en los conflictos obrero-patronales y del derecho de huelga. Sí, pero ustedes no se metan con las cuotas de los trabajadores sindicales ni con la rendición de cuentas de los líderes.
Porque quién le puede creer a Calderón eso de que se necesita democracia sindical, viendo lo tan rico que le supo el corporativismo de la maestra y después de haber probado y comprobado las virtudes del sistema construido en parte por los cetemistas, los croquistas, los electricistas hijos de “La Güera” Rodríguez Alcaine y las sonrisas de don Joaquín Gamboa Pascoe.
A poco no le gustó. Y tan le gustó ese estado de cosas, ese sistema, que ya hasta se los va a regresar intacto, bien conservado. Como debe ser.
Pero por eso, ahí tienen a la gente en las calles. Agitando los brazos y asustada por cómo se va viendo el monstruito que el PRI y el PAN están por parir.
Ahí está la Unión Nacional de Trabajadores, que también quiere que le haga justicia la Revolución, junto con los estudiantes y los movimientos sociales.
Ahí está removiéndose, revolviéndose, un gran caldo de cultivo de resentimientos y rencores, que por la elección, que por el autoritarismo, que por la corrupción, que qué sé yo.
Hasta que llegue un día, nadie sabe, en que todo eso produzca un eventón.